Viviendo del Té”: La historia de Doña Chela y el sustento diario que nace en una taza

El té como el café forma parte de la cultura

En la esquina más concurrida de la calle Paquito Barreiro, antes de que amanezca y mientras la ciudad aún bosteza, Doña Chela ya está de pie. A las cinco de la mañana su pequeño puesto improvisado comienza a perfumar la zona con aromas de jengibre, manzanilla, canela, chinola y otras mezclas que ha perfeccionado con los años. Para muchos, es apenas una parada rápida en su ruta diaria; para ella, es la manera digna y constante de ganarse la vida.

Su taza de té cuesta RD$30 pesos, un monto que en dólares equivale aproximadamente a 0.50 USD y en euros a unos 0.45 EUR. Lo que para algunos representa un gasto mínimo, para Doña Chela es la suma que —vaso tras vaso— sostiene su día, su casa y, en gran parte, su esperanza.

Los clientes llegan sin importar si el amanecer es fresco o si el calor se adelanta. Muchos acuden por costumbre, otros por los supuestos beneficios medicinales que algunos profesionales de la salud atribuyen a estas infusiones: aliviar el estrés, mejorar la digestión, reducir inflamaciones o simplemente reconfortar el ánimo. Pero más allá de cualquier recomendación médica, la gente vuelve por el sabor, la cercanía y la calidez humana que solo Doña Chela sabe servir.

La realidad es que, como ella, decenas de mujeres mayores en distintos barrios del país encuentran en la venta de té una forma de subsistencia. Son historias silenciosas, pero profundamente reveladoras de la resiliencia femenina y del ingenio con el que muchas sostienen sus hogares.

En cada sorbo que la gente toma mientras sigue su camino, va también el esfuerzo de una generación que aprendió a sobrevivir con lo que tiene a mano. Doña Chela no solo vende té: vende fortaleza, tradición y la certeza de que, aun en la simplicidad, también se puede vivir con dignidad.